Desde 1998 y hasta que muríó, a los 91 años, fue el jugador más antiguo vivo del Barça. Y a también del Espanyol y del Murcia. Fue movilizado por la República y, a pesar de no tener carné, se pasó toda la guerra conduciendo un camión Katiuska. Después, nunca más se puso al volante de un vehículo. Fue entrenador de equipos catalanes.